Holaaaaaa. Fiel a mi cita aquí estoy otra vez. Bueno, lo primero que tengo que hacer hoy es pedir disculpas por esta cabeza que tengo porque, aunque me apunto las cosas, se me va el santo el cielo y me acuerdo de detalles al cabo de los días. Supongo que si estuvierais aquí os pasaría lo mismo. Antes de meterme de lleno a contaros las últimas visitas voy a dejar caer pequeños apuntes inconexos en su mayor parte que he ido recopilando en estos días. ¡Espero que os sorprendan y os interesen tanto como a mí!
Para empezar recordé dos clases de trabajo que, como os decía el otro día, resultan inverosímiles en España. Me estoy refiriendo al “tío del aire acondicionado” y al “tío de las cestas”. Es muy evidente que el primero se dedica única y exclusivamente a estar sentado en una silla en un lugar específico de la universidad esperando a que las profesoras vayan a buscarlo para que, con su mando a distancia, encienda el aire acondicionado en las clases. Gran tarea irreemplazable. El segundo, aunque no menos importante, soporta la dura carga de repartir las cestas del supermercado según van entrando los clientes. Buf, cómo sobreviviría el mundo sin él… (soy irónica, no puedo evitarlo, jeje). También tengo que deciros que el gesto equivalente a “ayer” (la mano hacia atrás) y a “mañana” (la mano hacia delante), en China significa justo lo contrario. Es decir, que lo que para nosotros es “ayer” para ellos es “mañana” y al contrario. Poneros a hacerlo, ¿a qué no es tan fácil cambiar el chip? Jaja. Ah, uno de los grandes gazapos que he corregido es el de los puntos cardinales. Aquí empiezan siempre por el este (por algo estamos en el este) y siguen con oeste, sur y norte. Me pregunto si en Nueva Zelanda empezarán por el sur…
Otra pequeña cosita que se me olvidó comentaros es que yo subí a la Gran Muralla (Mutianyu) en funicular pero existe la posibilidad de llegar hasta la muralla subiendo 1000 escaleras (ni una más, ni una menos) que llevan desde la falda de la montaña hasta arriba. Podéis imaginar lo que supone subir tantas escaleras y, más aún, cuando, al llegar, ¡todavía tienes que visitar la muralla! Acabas derrotado. Más de uno se ha dado la vuelta a mitad de camino y ha optado por el funi (normal). ¿Cómo harían los chinos de entonces para subir y bajar y moverse por la muralla con facilidad? La verdad que no lo entiendo. Físicamente son más bajitos que nosotros. Si a mí ya me costaba subir escalones de 30 o 40 centímetros (que sepáis que en inglés el verbo utilizado en este caso es
climb [trepar], mucho más a tono), ¿cómo podían hacerlo ellos con las piernas aún más cortas que las mías? Inexplicable. Por cierto que la bajada fue en tobogán, jejeje (hay una foto en mi espacio). Surrealista total.
Un aspecto muy interesante de China (zhongguo) es, evidentemente, la lengua china (zhongwen o hanyu [la lengua de los Han]). Sin entrar en mayores menesteres os explicaré cómo adaptan los chinos los sonidos occidentales a los suyos (he de decir que con la fonética tan simple que tenemos en castellano aprender la china es una tarea, buff, no sé ni cómo calificarla; en clase debemos sonar como garrulos). Técnicamente ellos oyen la pronunciación y lo adaptan a la suya, escribiendo los caracteres que se corresponden con la sílaba y el tono elegidos. Por ejemplo, Es-pa-ña se corresponde con Xibanya. Ahora bien, aunque se empeñen en decir que la elección del equivalente chino de los países se realiza al azar (fonético, se entiende), lo cierto es que los significados de los caracteres son mucho más que significativos. Siguiendo con el ejemplo de España os diré que viene a ser algo así como “el grupo del límite del oeste” (ya se lo podían haber currado más los jesuitas, ¿no? jeje). Si no os convence mirad esto:
- Reino Unido: “la tierra de los valientes” (y es tierra de conquistadores…)
- Francia: “la tierra de las leyes” (sobran comentarios)
- Alemania: “la tierra de la sabiduría” (pensad en filosofía…)
- América: “la tierra de la belleza” (del mismo modo que en inglés los estadounidenses se denominan americanos [pues por algo fueron los primeros en constituir un país en América continente], los chinos llamaron a Estados Unidos a partir del nombre del continente y no de el país en concreto).
- Rusia: “la tierra del hambre” (¡pobres rusos!)
A mi me parece que o bien el lenguaje es caprichoso o bien los chinos tenían muchas ganas de definirnos a todos. Yo me inclino más bien por lo segundo porque en esta lengua existen otras expresiones del tipo “difícil de mirar”, es decir “feo”, que te dejan pensando que a este pueblo le gusta demasiado definir como para dejar al libre albedrío la elección de los nombres. Es más, la mayor parte de los nombres chinos siguen el mismo esquema que os he explicado por lo que casi todos tienen un significado (Xiaoyu: pequeña lluvia). Ah, aprovechando esto de los nombres os anuncio (no sin retraso) que en este país he sido rebautizada (siguiendo, de nuevo, el mismo sistema que ya os he explicado) como Tìne (pronunciado Ti [
i corta y descendente] na [
a muy suave, muere antes de salir de la boca]). No me gusta nada de nada, pero de momento me lo dejo. Ya si eso más adelante me lo cambio por otro con un significado y una fonética más chula.
Cambiando de tema he de corregir mi primera impresión sobre la comida china. De hecho, más que corregir, matizarla. Sí que hay pescado y verduras (y también frutas). El problema es cómo lo cocinan. Es por eso que nunca pedimos de lo primero en los restaurantes. Así que eso, que sepáis que me equivoqué yo. Es importante que recordéis esto porque, a diferencia de otras muchas partes del mundo, aquí no existe el problema de la malnutrición. Aunque las cantidades varíen con respecto a la dieta mediterránea, lo cierto es que los chinos comen de todo.
En lo que respecta a las visitas tengo que hablaros de El Templo del Cielo (Tian Tan). Para empezar debéis saber dos cosas. La primera de ellos es que se trata de una traducción errónea puesto que ningún edificio de los que existen en el complejo (con lo cual, tampoco es un templo único) lleva ese nombre. De hecho, el edificio más famoso del lugar lleva el nombre de Qinian Dian, es decir, el Templo de las Rogativas (donde el emperador oraba por las buenas cosechas) y es, he aquí el segundo apunte, el símbolo por excelencia de Pekín y de la arquitectura china. Afortunadamente para mí no hace ni dos años que lo restauraron de arriba abajo así que llegar y ver tantos colores y tan vivos impresiona cantidad. Sobre todo cuando lo comparas con la sobriedad (y aburrimiento) que, para mi gusto, arrastra el estilo europeo de la época (siglo XV). Sobre este sitio debéis saber además otros muchos detalles como que predomina el rojo (color de la felicidad y la prosperidad), el amarillo (color del emperador) y el azul (el cielo); que los círculos representan el cielo y la base que enmarca el lugar es cuadrada (en la concepción china del universo la tierra era cuadrada y el cielo redondo y, dado que el emperador [literalmente es “el hijo del cielo”] suponía la unión en equilibrio de ambos, el lugar donde este se preparaba para orar debía estar en conexión con lo anteriormente explicado. Por cierto que por aquel entonces, y si me apuras hoy en día también, se adoraba a los ancestros (la religión es la familia, que tiene un peso fundamental en todos los aspectos de la vida) y a los astros y la naturaleza. Ah, y el número de círculos es impar porque, siguiendo con la misma filosofía que os cuento en el siguiente párrafo, el impar es mejor que el par (de ahí que el número imperial fuera el 9 [el dígito impar más grande] y la Ciudad Prohibida cuente con 9.999 habitaciones). Como curiosidad os diré que el número de flores que tiene un ramo chino actual son nueve y que las bodas tradicionales, no las modernas occidentales, se realizan con trajes rojos. Por cierto que lo del color le trajo tantos problemas a Mao que intentó cambiar los semáforos de forma que rojo fuera “adelante” y verde “parar” (fue un caos y no duró).
Siguiendo con Qinian Dian os diré que antes de llegar se pasa por la Bóveda Imperial, flanqueada a la derecha por el templo donde se guarda aquello representativo del Yang (el día, el sol, la brisa, lo masculino …) y a la izquierda por el templo donde se guarda todo aquello relativo al Ying (la noche, la lluvia, la tempestad, lo femenino,…). Más allá de la típica reacción feminista (Sócrates no se llevaba mucho con esta concepción de la mujer y es uno de los grandes), lo que hay que extraer de aquí es la idea de equilibrio. De que una cosa necesita a la otra para existir. El hombre con la mujer, la noche con el día, el sol con la luna y, por supuesto, lo bueno con lo malo (si no fuera así no podríamos ni siquiera concebirlo). No sé si os estoy aburriendo pero es que a mi esto me parece fascinante. Creo que la explicación que he dado es la correcta pero trataré de asegurarme, por si acaso. Otra cosita curiosa de este sitio es el Muro del Eco. Tal y como reza su nombre, se trata de una construcción que permite el eco (la idea era que las oraciones del emperador resonaran de tal forma que permitieran “establecer” un
diálogo con sus ancestros), pero todo el mundo comete el error de obviar el hecho de que para orar el ser humano suele arrodillarse. Eso significa que, de pie (como van todos los turistas, chinos incluidos) no se produce el mencionado eco, así que lo único que hacemos dando palmas y poniendo el oído es el tonto.
Cositas de estas os seguiré contando a medida que yo me entere. Porque no penséis que todo esto yo ya lo sabía. Qué va. Lo que ocurre es que la mitad de mis compañeros viene de Estudios de Asia Oriental, con lo cual me cuentan cosas súper interesantes porque saben un montón (el día que me meta con el feng shui no acabo…). Pero bueno, yo también estoy intentando empaparme de todo así que ayer mismo comencé con otros compañeros un ciclo de cine chino que inauguramos con The Road Home, de Zhang Yimou. Por lo visto es un clásico y, teniendo en cuenta el ritmo y los diálogos de la peli, me lo creo. Lo que más me gustó es que me sentí identificada con los niños de la escuela. Ahí estamos mi grupo y yo aprendiendo el nivel de los parvulitos chinos (“¡norte!, ¡sur!, ¡este!, ¡oeste! [mierda, no, al revés; ¿veis como cuesta?], ¡el mar!, ¡la primavera!...), qué triste madre…
Finalmente, voy a despedirme explicándoos porqué no debéis consumir ningún otro alcohol que no sea la cerveza mientras estéis en China. El motivo es que aquí lo destilan con metanol en vez de con etanol como hacemos en Europa. De ahí que a muchos les siente fatal y hasta se vean obligados a ir al médico.
Buf, cuánto ha sido este viaje. ¡Espero que os haya gustado!
Tìne