¡Buenos días para todos! O buenas tardes ya, que con eso de que aquí ya es de noche me despisto con una facilidad…jeje En fin, como os dije esta semana he tenido exámenes así que no he hecho prácticamente nada en estos días. La única excursión que hicimos fue al Museo de Pekín (tremendo) y luego ya durante el fin de semana he visitado Shidu y el Mercado de los Campesinos (Panjiayuan). Así que sin perder el orden os cuento.
El viernes, justo después del examen, la profesora nos puso una película china muy conocida en Occidente. Hablo de La casa de las dagas voladoras, de Zhang Yimou cuyas películas, por lo visto, son las mejores del panorama cinematográfico chino y, además, las más conocidas en el panorama internacional. Por supuesto, y para no variar, la actriz protagonista es Zhiyi Zhang que últimamente está hasta en la sopa. La estrella desconocida es el chico de la derecha, mitad japonés mitad taiwanés que, chicas, creedme, ¡está como un queso! Jeje Lo mejor de ver la peli fue que cada vez que entendíamos algo todos lo repetíamos en voz alta como para confirmar que sí profe, sí, poco, pero pillamos algo. No me extraña que se partiera de risa, juas juas. ¡Anda que no hacemos el palurdo ni nada! Por cierto, la peli es muy recomendable.
En fin, bromas aparte este finde lo que hemos visitado son las montañas de Shidu. Aquí son muy conocidas como el Guilin del norte. ¿Y qué es eso de Guilin? Pues se trata de unas montañas del sur muy conocidas y bonitas (de las muchas que tienen por aquí, normal con lo extenso que es este país, aquí tienen de todo) que tienen su pequeña réplica a unas dos horas de Pekín. Al principio decepciona un poco porque aquello parece un parque de atracciones (de hecho tiene su toro mecánico y todo, imaginaros) pero la vista está bien y el parque natural es lo que más merece la pena. Pese a que gran parte está retocado de manera artificial el paisaje no deja de ser impresionante. Las montañas son tremendamente escarpadas lo que hace que sea muy difícil pasear por ellas y, a la vez, les da un aire aún más bonito si cabe. Uno de los aspectos que más choca es ver semejante montículo de tierra salido prácticamente de la nada, al lado de extensiones llanas de terreno donde, mira por donde, estás tú de pie contemplando los picos que se alzan ante ti. Aún con todo lo natural que puede ser aquello lo cierto es que no deja de ser turístico y dentro del propio parque ves puestos turísticos, servicios (de aquella manera…), chinos montando a caballo (y ofreciéndotelo a ti, por supuesto), etc. Da igual, el lugar es tan bonito que a ninguno nos importó.
El domingo, aprovechando uno de esos ratos típicos en los que no haces nada, decidimos irnos al Mercado de los Campesinos (Panjiayuan) que es, una vez más y como de costumbre, genial. Además de tener muebles chinos (si no fuera por el avión habría caído más de uno, muy muy bonitos, de verdad), el lugar contaba con decenas de puestos de lo más variado: desde porcelana hasta pendientes, pasando por cometas tradicionales, sellos chinos (yo me compré uno con mi nombre chino, aunque por los caracteres chinos he visto que la tía del puesto me ha cambiado la pronunciación a Dine o algo así, pero q nadie se preocupe porque al oído castellano sigue sonando igual que Tine, con la diferencia de que los caracteres son mucho más sencillos) o estatuas de Buda. Por si acaso el turista no se queda contento con todo esto, muy cerca del mercado, a solo 5 minutos escasos a pie, se encuentra el mercado de las gafas que digo yo. Como indica su nombre se trata de una especie de pequeño centro comercial en donde lo único que encuentras son ópticas chinas. ¿Resultado? Me compré unas gafas de sol buenas, graduadas y listas en 1 hora por 20 euros.
¿No adoráis China? ;-)
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