martes, 2 de octubre de 2007

Átha Cliath

Bueno, ya estoy aquí. En Dublín o Átha Cliath que es lo mismo pero en gaélico. Para el que no lo sepa el gaélico o irlandés es idioma oficial en Irlanda (además del inglés, obviamente), lo habla un 15% de la población (concentrada sobre todo en la costa oeste), es asignatura obligatoria en la escuela y hace muy poquito fue reconocido por la UE como uno más de los muchos idiomas que forman parte de la Unión (aunque no uno de los oficiales). Lo más sorprendente del asunto (al menos a mi me llamó la atención inmediatamente ya que no me lo esperaba en absoluto) es que todos los carteles indicativos, los rótulos de las calles, etc., aparecen en los dos idiomas. Y curiosamente es el gaélico y no el inglés el primero que aparece. Me han informado de que en Escocia hablan el mismo gaélico que aquí (salvo determinadas palabras o expresiones) y el galés, aunque no igual, pertenece a la misma familia lingüística. Por suerte para mi la familia con la que vivo es bilingüe, así que puede enseñarme a chapurrear un par de frasecillas básicas del tipo “quiero una pinta de cerveza” o “dónde queda el pub más cercano”, jajaja. Supongo que me ocurrirá lo mismo que con el bretón (cuyas raíces, si no me equivoco, se hunden también en los celtas), es decir, que en dos días se me habrá olvidado completamente (el sonido es melodioso aunque imposible de reproducir una vez han pasado dos horas, jeje).

Mi host family (o familia anfitriona) no solo es poco corriente por la lengua sino porque son inusualmente abiertos (para lo que se entiende que es un católico [irlandés]) y, además, la señora cocina que da gusto. Son muy interesantes, la verdad. Han vivido en Australia y Londres y han viajado un montón por todos lados. Son extremadamente amables y me dan toda la confianza del mundo para que me sienta como en casa. Además me miman un montón, jeje. Solo llevo aquí un par de días así que es pronto para los juicios de valor pero tengo que decir que, de momento, los irlandeses me parecen gente muy amable. Ah, y su sentido del humor se parece más al nuestro (deducción a partir de la sesión nocturna de chistes con la que me deleitaron ayer). Particularmente divertido fue mi primer encuentro con un irlandés. Fue al llegar al aeropuerto. Tomándome por una compatriota más (se sobreentiende el porqué, jaja) me saludó con un efusivo “hey gorgeous!” (“hola preciosa”) con el que nunca hasta ahora me habían recibido en ningún lado. Una vez explicados mis orígenes, procedió muy campechano él a enumerar las cosas que uno debe hacer cuando viaja a Irlanda. Son, por este orden:
1. – aprender inglés
2. – enamorarse y
3. – sufrir porque te rompen el corazón
Por supuesto, reaccioné con una lógica aplastante ante tales deberes y le dije que, sintiéndolo mucho, tres semanas no me daban para tanto. Él, muy desinteresadamente, se ofreció para ayudarme con el segundo y el tercer punto porque el primero, a quien le importa, sobre todo cuando ya se habla inglés. Jeje, un punto estos irlandeses. Otro ejemplo ilustrativo de este país es la figura de Molly Malone. Uno de los personajes más conocidos del país. Y ¿por qué? Pues muy fácil, porque era (según algunos rumores), una “mujer de la noche” que, además, vendía pescado. Alguien le dedicó una canción y con eso pasó al firmamento de las celebridades nacionales. ¿A que mola eh? jajaja
La verdad es que aquí me siento totalmente integrada, juas juas. No he visto a tant@s pelirroj@s como esperaba (desde luego muchos más que en España) pero me han explicado que eso se debe al altísimo porcentaje de extranjeros trabajando en el centro de la ciudad. Incluso me paran por la calle para preguntarme dónde queda el banco o no sé qué calle, como si fuera una dubliner más. Además soy la única española de una clase petada de “animadísimos” (ejem) suizos [Lisa es tut mir leid aber es ist so!!], aunque se ven compensados con dos brasileños que andan como Pedro por su casa por el colegio (gafas de Rayban incluidas, jaja) y un par de italianas que “cantan” su inglés como solo los italianos saben hacerlo. Yo por mi parte me limito a evitar los americanismos porque ya me han dicho que “yanquis no, gracias” [“debes dejarlos crecer”…jeje, perdón, ¡estaba demasiado a huevo!]. Por cierto que Dublín es una ciudad muy joven (la mitad de la población está por debajo de los treinta) y, aunque cara, parece muy agradable. Además, y pese a lo que me digan, se puede hacer prácticamente andando.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

guapa!!! soy marina!!! ni idea de tu viaje a dublín!!! como estás??? no he podido leer todo el blog porque voy un poco cansada y pronto me acostaré, pero que sepas que me ha encantado recordar momentos de este verano leyendo tus artículos!
un besazo y disfruta muchísimo!!

Anónimo dijo...

ah por cierto!! veo que te gustó la minirecopilación que te hice de rock catalán! justamente "el far del sud" para mí es una de las mejores!
un beso!!