sábado, 8 de diciembre de 2007

Dirección: Friburgo

Hola a todo el mundo, ¡otra vez! Bueno, anda que no ha llovido desde octubre… Ya sé que me hacíais en Berlín pero, aunque allí estuve, al final hubo cambio de planes y me marché (mala suerte, ¡otra vez será!) y tras varias semanas de saludable inactividad casera volví a ponerme en marcha este lunes. Eso sí, la ciudad sigue pareciéndome una buena capital europea. Fría (heladora), también, pero muy joven. Aunque bueno, eso lo dejo para otra entrada del blog, jeje.

Total que ahora estoy haciendo un curso en el Instituto Goethe de Friburgo. Para que me localicéis en el mapa os diré que el nombre en alemán es Freiburg, que forma parte del estado (land) de Baden-Württemberg y que está a menos de una hora de la frontera con Suiza y Francia. De hecho, los tres países comparten en algún punto la llamada “Selva Negra” (que aún no he visitado, pero dadme tiempo). Estoy viviendo en una residencia lo que significa que aquí hay gente de todo el mundo. Lo triste es que todos sepan quiénes son los españoles que viven aquí por ser ellos los que fuman en el comedor del primer piso (“aireando” que da gusto). En fin, tendré que resignarme. Menos mal que hay dos pisos más que si no, vaya asquete comer con el olor a tabaco… Aparte de eso, lo más reseñable de la residencia (y, en definitiva, de Alemania) es que aquí lo de reciclar lo tienen tan asumido que en cada habitación hay tres papeleras (papel y cartón, plástico y restos), así como en las cocinas y en el propio instituto (igualito que en España). Eso sí, creo que la gente no tiene muy claro dónde echar cada cosa porque en las cocinas está todo absolutamente mezclado. Una lástima, aunque la intención es excelente.

Otra cosa que siempre llama la atención de Alemania es su obsesión por no olvidar su pasado. Por todo el país existen diferentes monumentos y homenajes a los judíos pero, lo que no sabía es que llegaban a ser tan frecuentes. Por ejemplo en Friburgo, en un espacio de escasos 10 minutos andando te encuentras con lo de la foto de la izquierda (un abrigo de los que llevaban los judíos con la obligada estrella de David en la solapa y la respectiva placa explicativa), pequeñas chapas cuadradas en el suelo pero por encima del nivel del suelo (de forma que si no tienes cuidado te tropiezas – es decir, que caes en la cuenta de que ahí hay una chapa que significa algo –) que honran a un niño y un hombre de la ciudad muertos en Auschwitz, una plaza con nombre Plaza de los judíos (que recuerdo que aquello, antes de que borraran su existencia, fue un emplazamiento judío) y un cartel de carretera que recuerda que a unos pocos kilómetros de la ciudad hubo una vez un campo de exterminio. Así que ya veis. No se permiten ni el más mínimo margen estos alemanes. Ni los que lo vivieron ni los que no lo han vivido. Me han comentado que los jóvenes ya esto como que lo ven demasiado porque claro, no va con ellos, pero que el sentimiento nacional sigue siendo demasiado fuerte. Y de todas maneras, no sé hasta qué punto esto es cierto.

Mañana os cuento qué tal me ha ido hoy de visita en Estrasburgo. ¡Un beso!

1 comentario:

Zahira León dijo...

Hola!Que tal...andaba buscando, una combinación en tren para ir a Estrasburgo desde, rust, a un cuarto de hora mas o menos de Freeburgo.Y he aparecido en tu blog.
Estaré aquí, unos seis meses, estoy trabajado, me gustaria que me comentaras algun sitio curioso para ir, que te haya gustado.
Y como ves...vivir en la ciudad, estaba pensando en mudarme, es duro la aldea, pero no se si podre...
espero que todo te vaya bien, y disculpa por la intromisión...
Un saludo!