miércoles, 17 de septiembre de 2008

En pleno Ramadán...

¡Hola! Parece que septiembre empezó ayer y, sin embargo, ya han pasado más de dos semanas. Y yo que pensé que el Ramadán se haría eterno… La verdad que no está siendo tan terrible como me imaginaba, más que nada es molesto. Y es que la ciudad (el país) cambia su rutina y establece sus horarios y su rendimiento en función del eftar (la ruptura del ayuno). Así por ejemplo los pequeños supermercados cierran a las cinco y media y no vuelven a abrir hasta que es de noche.

Esa es una de las mejores cosas del Ramadán, que por la noche todo está abierto, incluido el zoco, así que hay ambientillo por la calle. Aunque entre las 7 y las 8 (eftar) la ciudad se vacía y acabas consiguiendo instantáneas como las que os dejo aquí. Con el hambre y la sed que tienen que tener como para andar haciendo el tonto por la calle, jaja. Aquí es precisamente donde llega la peor parte: cafés abiertos y nadie te atiende, imposible pillar un taxi, difícil cenar algo que no sea el menú del Ramadán y eso si los cafés y los restaurantes están abiertos.

La verdad es que en Túnez aún hay sitios que abren, aunque eso sí, con cortinas o con las ventanas tapadas para que no se vea desde fuera que adentro hay gente bebiendo o fumando. A los extranjeros nos hacen la vista gorda, pero a los tunecinos se les puede caer el pelo como un compatriota lo pille bebiendo por la calle o, como poco, hará frente a miradas de esas que valen más de mil palabras, jeje. Otra modalidad muy en boga es la de “abro, pero no tengo de nada”. Ejemplo práctico: ir a una hamburguesería y que no haya ni hamburguesas, ni chawarmas, ni limonada. Ideal. Y qué me decís de esas respuestas tan contundentes de la esteticien cuando acudes a la cita previamente fijada y te dice “uf, es que hoy estoy muy cansada, vente mañana y a ver si entonces te puedo atender”. ¿Qué hace uno entonces? Pues se queda con cara de seta pensando “¡¡me cagüeeeeeeeeeeeeeeeeeeeennn!!”. Ideal (otra vez).