domingo, 30 de noviembre de 2008

Viajando por el país: entrega 3

Buenoooooooo, ya estamos en la recta final. Con unas cuantas semanas de retraso os dejo el último de los coleccionables “Túnez 2008”. Antes no ha podido ser por cuestiones laborales (!), pero una vez recuperada la rutina aquí me tenéis de nuevo.

De entrada os dejo esta instantánea de Le Kef, cerca de la frontera con Argelia; un pueblecito donde hicimos noche antes de dirigirnos al día siguiente a la Mesa de Jugurtha, una montaña muy curiosa. Su principal atractivo reside precisamente en que parece que la hayan cortado al ras, como una mesa. Si no, juzgad la foto, jeje. Por cierto, la foto es de Jordi, un compañero de la oficina que hizo unas fotos estupendas durante el viaje (especial recomendación merece la visita a la web para ver las fotos del desierto). Ah, nota informativa, si estás pensando en comprarte una cámara digital, que sea una Nikon, no una Olimpus…


Otra de las etapas del viaje fue Sbeitla, hogar de unas cuantas ruinas romanas muy bien conservadas que, eso sí, vistas después de las Dougga no impresionan casi nada. Pero bueno, aunque sean la hermana pequeña tienen su mérito, que conste. La nota graciosa de esta parada la dio un bocadillo de pollo sin picante en el que encontramos, y esto es literal, mucha harissa y pollo en trozos (no la carne, no, la pata, la alita, etc.). Os pondría la foto de Eva e Inés hincándole el diente al bocadillo en concreto, jeje, pero me voy a portar bien que si no luego me linchan y con razón.


Bueno, y por supuesto, como ya viene siendo habitual regresamos al sur (juro y perjuro que no vuelvo en una buena temporada). Menos mal que es bonito (una vez más, en lugares con tantísima luz es cuando las Olimpus se hacen pequeñas y las Nikon se crecen de qué manera!), que si no ya lo aborrecería, jeje.

Esta vez he decidido dejaros esta imagen del atardecer en el desierto. Una vez más no se puede decir otra cosa, ¡¡vivan las Nikon!!

jueves, 6 de noviembre de 2008

OBAMA: la euforia de una ilusión

Seguramente os da igual, pero como ya me conocéis sabéis que a mi que no, jeje... Os dejo el comentario, ¡a ver si no os aburro mucho!

Brinco de cadena en cadena presa de la impaciencia, como si la rapidez con la que mi pulgar se mueve pudiera actuar como impulso en los primeros recuentos de la noche electoral. Dicen en la RAI que Obama gana en Indiana, en TVE hablan de victoria republicana en Kentucky y en Al-Jazeera Internacional rematan los reportajes de la cobertura especial con un contundente the world watches. Nunca tres palabras fueron más literales. Estremece pensar que ahora mismo millones de personas en todo el mundo están pendientes de saber quién vivirá en la Casa Blanca los próximos cuatro años.

Ya es la una de la madrugada y aunque la prudencia invita a recogerse entre las sábanas, lo cierto es que la emoción de saber que vivimos un momento único me impide despegar los ojos de la pantalla. Estas elecciones son especiales por muchos motivos, algunos de ellos tan básicos y primarios como el color de piel, la edad o el sexo de los candidatos. Otros van más allá e implican cuestiones de política internacional tan vitales para todos como las relaciones con el mundo árabe y musulmán. A nadie se le escapan las críticas que ha recibido el senador de Illinois por este tema, o las vertidas contra el candidato McCain por su negativa a proponer un calendario de salida de Irak. Cabe preguntarse si realmente pueden cambiar las cosas si Obama gana estas elecciones. ¿De verdad lo prefiere el mundo como líder global por su valía o es que en realidad cualquier opción no republicana –contemplada como una mera repetición de la era Bush– es buena?

Hay quien lo considera un Martin Luther King, otros que recuerdan el poder de los lobbies, algunos que defienden el color de su piel como la representación más pura del cambio, pero en lo que casi todos estamos de acuerdo es en que él es la única opción posible. Por todo el continente africano han surgido comités en su apoyo (Túnez, Marruecos, Togo, Benín, etc.) e incluso los keniatas se han atrevido con una obra de teatro. Sin embargo, matizan: “es negro, pero no africano”. La vieja democracia europea también advierte que no es sensato dejarse llevar por una ilusión desmedida como la que se demostró en Berlín hace unos meses. Barack Obama no cuenta con experiencia internacional, es muy joven y ni siquiera su carrera como senador puede considerarse de fondo. ¿Qué ha ocurrido entonces? ¿Cómo se explica la movilización sin precedentes de millones de estadounidenses y el apoyo incondicional de millones de personas ajenas a este país que tantos odios y pasiones ha desatado desde su fundación?

Son las siete de la mañana. Enciendo el televisor y lo primero que oigo es “…el senador McCain ha perdido las elecciones”. Miles de personas abarrotan las calles de Washington y yo me emociono pensando en lo que se debe sentir ahora mismo en Estados Unidos. Se oye el primer discurso del presidente electo llamando a la unidad y recordando que se avecinan tiempos duros pero que yes, they can. Al mismo tiempo el contrincante vencido alaba los resultados demócratas, arrolladores, y da una lección de elegancia política. Me meto en el Facebook (red social internacional por excelencia) y veo que uno de mis contactos estadounidenses ha cambiado su estado a proud of being American. Hoy, más que nunca. No es un sueño, es realidad. El cambio está aquí. Barack Hussein Obama ya es Historia con mayúsculas y tenemos la suerte de vivirla en su máximo apogeo.