viernes, 20 de julio de 2007

El emperador está en Pekín y las montañas son altas

¡¡Buenos días!! Me ha parecido oportuno comenzar esta entrada con un dicho chino que viene significando que cada uno hace lo que le da la gana, jeje. ¿A qué lo habíais pillado todos a la primera? Seguro...jaja.

Esta semana he visitado el Templo de los Lamas. Se trata del mayor templo budista tibetano de Pekín (del siglo XVII) y es muy bonito. Son varios edificios ricamente decorados por fuera y por dentro (bodhisattvas, budas, luohan,…). Por supuesto, lo más remarcable es la estatua de Tsongkhapa [fundador de una de las ramas del budismo] de 18 metros que alberga la última de las cámaras (pabellón Falun). Bastante impresionante. No obstante, lo que más me ha llamado la atención ha sido ver las estatuas de las divinidades budistas que, en realidad, son casi iguales (al ojo occidental ignorante como el mío) a las hindúes (por si no lo sabíais los segundos descienden de los primeros y siguen manteniendo muchas de sus manifestaciones artísticas). Algunos compañeros han tratado de explicarnos cosas del budismo pero la verdad es que ni ellos mismos lo tenían muy claro. Con tantas sectas, niveles, estados, figuras y deidades que hay no me extraña. Ah y, por supuesto, también he visto a budistas rezando en el templo. No puedo repetir el ritual que realizan pero se me ha quedado grabado el hecho de que SIEMPRE quemen incienso en las entradas y ante las estatuas (apoyándolo en la frente con las manos) y que coloquen las palmas hacia arriba y en las esquinas superiores del cojín en que se arrodillan. Por cierto que otro detalle que no puede pasar desapercibido al visitante es la simetría. Perfectamente calculada y establecida en cuadros, estatuas, pinturas y cualquier otro tipo de ornamento. Es una pena que no estuvieran permitidas las fotos en el interior porque la verdad es que el templo es precioso y está tan ricamente decorado que no podría describirlo.

Aprovechando que estábamos en la zona nos hemos pasado por el Templo de Confucio (el segundo en importancia de toda China) y ha sido decepcionante. Estaba todo en obras así que salvo un edificio central y la estatua de Confucio no había mucho más que ver. Supongo que para el año que viene lo dejarán impoluto.

Al salir del templo no perdimos oportunidad y nos montamos por fin, como buenos turistas, en los rickshaws (por supuesto, tras regatear como buenos chinos, juas juas). Ha sido un paseo de una hora por un Hutong de los alrededores donde, entre otras cosas, nos han enseñado la casa donde Mao vivió durante dos años. Por el camino también hemos podido disfrutar de la vista del Templo de la Campana y del Templo del Tambor, aunque no hemos llegado a entrar. Si algún día podéis recorrer un Hutong en rickshaw, por favor, no dejéis de fijaros en lo primario de la estructura (sin frenos, sujeta con cuerdas, endeble,…). No alcanzo a entender cómo pueden mover a dos personas en semejante vehículo. Estos chinos no están delgados, no. Fijo que son pura fibra.

Ah, hoy he aprendido en clase lo que son los Fuwan (niños afortunados). Se trata de cinco pequeños animalillos muy monos cuyos nombres en chino componen la frase “bienvenidos a Pekín”. Como podéis imaginar hablo de las mascotas olímpicas. Ahora que los conozco me voy fijando y los veo en todos los sitios. Por ejemplo los vi el miércoles por la noche en la Casa del Té más famosa de Pekín (Laoshe Cha Guanr) donde disfruté de un espectáculo a lo José Luis Moreno que incluía ceremonia del té, ópera, artes marciales, magia, canción popular, acrobacias varias y una actuación muy rara de dos chinos que imitaban los sonidos de manera increíble. No estuvo nada mal y probé una especie de pinchos chinos que, bueno, no están tan mal. Ahora lo que sigo sin tragar es el té (lo sé, para que voy a una casa de té…), pero bueno. Estuvo bastante bien.

Ayer visitamos otro mercado de la ciudad (Yashow shichang), pero esta vez fue en Sanlitun (zona de salida occidental). Puede que sea porque están más acostumbrados a vivir (que no a ver) a occidentales o puede que simplemente tuvieran el día vago, el caso es que me encantó comprar allí. Eran muy amables y nada agobiantes así que, para un occidental, perfecto. Eso sí, cabezones como nadie. Tuve que sudar para regatear ¡hasta los céntimos! Pero bueno, logré hacerlo en chino así que, con la tontería,¡¡anda que no practiqué ni nada!! Jeje

Esta noche salgo para Datong así que ya os contaré a la vuelta qué tal. Mientras tanto, y para acabar, os diré que el otro día iba en el ascensor con una estudiante asiática y su familia y ¡¡la hermana pequeña se escondía de mi!! ¡Que le daba miedo! Qué triste ver esconderse a una renacuajo entre las faldas de su madre porque tu apariencia la asusta. Ahora que el resto de la familia se reía un montón, jeje. En fin. Y eso que la profe nos dijo el otro día que a los chinos les gustan mucho los extranjeros. No sé si creérmelo, puede que solo sea el discurso oficial… Por cierto que, cuando estamos en clase y hablamos de cosas como los inmigrantes chinos, los pobres o Taiwán, los profes ¡¡bajan la voz!! Qué fuerte, ni que hubiera micrófonos en el suelo o las paredes…

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola morrito, ya sabes quien soy,despues lo comentamos, seguro; pero por lo que he leido veo que este finde ha sido muy bueno, y que has disfrutado con los sitios que has visitado, que envidia me das, en fin.......................
BESITOS....MUA...MUA................................................................................................................................................