martes, 24 de julio de 2007

Bienvenidos a Datong

Holaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Bueno, yo ya estoy más que recuperada y lista para contaros qué tal el finde en Datong. Cómo podéis ver en la fotografía, me ha ido de lujo. El viaje no ha podido salir más redondo. Os cuento.

Cogimos un tren nocturno que, pese a lo que nos esperábamos, fue muy cómodo (como usuaria frustrada de RENFE que soy debo decir que el tren chino es, con mucho, mejor que el español; la única diferencia es que las literas están a la vista, es decir, que no existen paredes que separen los compartimentos del pasillo) y barato. Además, nos dejó en Datong al punto de la mañana lo cual nos permitió desayunar tranquilamente, buscar hotel (¡¡35 yuanes la noche!!), negociar el transporte (un taxi para cuatro personas todo el día: 7 euros [y nos salió caro]) y presentarnos a las 9 de la mañana en el primer sitio de la lista: las Cuevas Yungang.

Estas grutas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 2001, creo, y aunque hay algunas que sí que lo merecen (concretamente la cueva nº3, que fue la que más nos gustó a todos), el resto la verdad que impresionan pero no tanto (algunas están muy deterioradas). Sin embargo, la excursión mereció mucho la pena. Vimos Budas gigantes (el más espectacular es el principal que se ve en esta foto), pinturas más que interesantes (sobre todo cuando llevas a un experto en Historia del Arte en tu grupo, jeje) y turistas a montones. Es sorprendente darse cuenta de que:
a) la inmensa mayoría son asiáticos
b) había más gente que en la Gran Muralla
Por cierto que estas cuevas tienen la friolera de 1500 años de antigüedad. Casi nada…


Una vez vistas las cuevas nos dirigimos hacia los Templos Colgantes de Heng Shan (Xuankong Si). Tal y como dice el nombre se trata de un conjunto de templos que, literalmente, cuelgan en la montaña. De hecho, impresionan más una vez que estás arriba que desde abajo porque es cuando te das cuenta de que los palos que se suponen están firmes y te mantienen alejada del suelo, en realidad, se mueven como el ojo de un besugo. Lo cierto es que hasta el más reticente del grupo iba pegado a la pared (como si aquello fuera a salvarnos en caso de derrumbe), así que imaginaros. Otra de las cosas buenas del lugar es el valle que se extiende justo al otro lado de Heng Shan (subiendo por estas escaleras que veis a la izquierda) y que, para mi gusto, supone una de las panorámicas más bonitas que el ojo humano puede presenciar. En realidad si lo pienso no tiene nada de misterioso pero supongo que disfrutar del aire, del paisaje y de ocasionales truenos retumbando en el lugar pues lo convierten en un sitio bastante especial.

Por si no habíamos tenido suficientes emociones ese día volvimos a montarnos en el taxi para irnos, otra vez, a la otra punta de Datong (que por cierto fue capital china en su momento) y disfrutar (porque para esto sí que no existe otra palabra mejor) de la pagoda de madera más antigua de China y creo que, también, del mundo (Yingxian mu ta). Puede que fuera por la tranquilidad que reinaba en la ciudad o por el tiempo (una tormentilla de verano que alivió momentáneamente el bochorno cotidiano) o, simplemente, porque había menos gente que en los Templos y las Cuevas, pero el caso es que salimos todos medio encantados medio en trance (el cansancio ayudó mucho a esto último). La verdad es que la ciudad estaba muy preparada para el turismo pero a mi lo cierto es que me da igual. Puede que los hutong estén reconstruidos o que el estilo de las casas no sea el auténtico pero la impresión que yo me llevé fue inmejorable. Además, desde el 2º piso de la pagoda (no se podía subir más [para qué, llegar hasta allí sin luz y con esos escalones de medio metro ya supone una tarea importante]) veíamos el barrio antiguo (eso sí que es la China genuina) y los nuevos, así que la vista era inmejorable. Como remate final pasamos un rato en un patio bajo desde el que se contemplaba toda la pagoda rodeada de pájaros. Seguro que suena a cursilada todo lo que estoy contando pero a mi me encantó. Fue en ese preciso momento en el que me di cuenta de que estaba en Asia, justo al otro lado del mundo de donde estáis vosotros leyéndome en la pantalla de vuestro ordenador. ¿A que choca, eh?

Finalmente regresamos a Datong donde terminamos de alucinar del todo. No solo cenamos estupendamente por 9 yuanes (sí, sí, has leído bien), sino que pudimos comprobar que los chinos (al menos no los pekineses) son súper simpáticos. Nos miraban por la calle continuamente y nos saludaban riéndose (jelou!jelou!), pero en plan amable. Fue muy surrealista jugar al fútbol con ellos en la Plaza de la Bandera Roja (que viene siendo como una plaza mayor en España), compartir guiños con ellos en el tren (jugamos a “el asesino”, sí sí, con ¡¡chinos!! Fue genial, al principio solo se animó uno pero luego eran como 5 o 6 y encima teníamos público, ¡qué espectáculo!), entablar conversación con gente de allí (bueno, conversación, conversación, os podéis imaginar los niveles tan elementales de comunicación que fluían entre nosotros), … La verdad que muy bien, muy bien. No entiendo cómo la gente nos había hablado tan mal de la ciudad porque vale que es fea (muy industrial), pero tampoco me pareció mucho más sucia que Pekín y, desde luego, no está tan contaminada. En fin, que le recomiendo a todo el mundo que se pase por allí (eso sí, cuando veáis las cabezas de rata cocinadas en la calle a modo de pinchos no os asustéis…). Y si no le interesa hacer turismo que aproveche para comprar porque, sin regatear, tiene unas Converse por 3 euros (falsas, como todo aquí, pero oye, que dan mucho el pego, jeje). Ah y la especialidad de la ciudad son los paozi que, recién hechos, están DELICIOSOS y, como todo, es súper barato.

Por último os voy a contar algo del encuentro de esta tarde. La Fundación que me beca nos tenía preparada una charla con el profesor Dong Yansheng, uno de los hispanistas más prestigiosos del mundo y, desde luego, el más importante de China. Este hombre, para que os hagáis una idea, ha traducido El Quijote al chino y es toda una eminencia que, además, por la edad que tiene (70), ha vivido todos los cambios de la edad moderna en China y en España (de hecho, el 23-F él estaba en Madrid estudiando, ¡¡muy fuerte!!). Nos ha contado cosas muy interesantes y ha sido una charla muy amena, sobre todo gracias a su naturalidad (me da la impresión de que es muy campechano y no debo andar muy equivocada porque dice que eso es precisamente uno de los rasgos españoles que más le guste y que, sin embargo, más rápido se está perdiendo [es el precio del desarrollo]). Supongo que no a todo el mundo le interesaría hablar de traducción pero, os puedo asegurar, que todo lo que ha vivido este hombre bien se merecen unos minutos de atención. Carmen, si lees esto, que sepas que me acordé de ti. Te habría encantado.

En fin, voy a ver si estudio que ¡esta semana tengo examen!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya veo que estas aprovechando el tiempo a tope, fines de semana de turismo y despues estudio, me parece muy bien, el tiempo se pasa rapido y ya hace casi un mes que te has ido, las fotos son preciosas y nos muestran una cultura totalmente diferente a la nuestra.pasalo bien un besazo muy fuerte de tu tia chus

Anónimo dijo...

Por fin!!!!!!!!!!!!!

Lo he conseguido, ya he entradooooooo. Ahra me toca leer todo lo que has escrito y con lo que te gusta me llevara un ratito asi que en cuanto me ponga al dia te volvera escribir.

Un besote, Patri.

Anónimo dijo...

Hola Cris,lo estoy pasando genial con tus relatos veo que tu tambien lo estas pasando como una (china jejeeee)besitos Tonia