domingo, 19 de octubre de 2008

Viajando por el país: entrega 1

Bueno, qué semanas más moviditas. Madre mía, entre los viajes, el trabajo y la universidad, ¡¡no he parado!! Como sé que cuando escribo mucho la gente se asusta voy a publicar varias entradas distintas, así no estreso a nadie con mis historias, jeje.

La primera entrega se centra en el viaje con la familia. La verdad es que dimos muchas vueltas y tuvimos que ir corriendo a todos lados, pero a mi entender mereció mucho la pena. Uno de los mejores puntos del país y del viaje que yo no conocía todavía son las ruinas romanas de Dougga. Están al oeste de la capital y atención porque hasta la década de los 60 ¡¡aún vivía gente allí!! Es un privilegio poder visitar unas ruinas en tan buen estado, por tan poco dinero y encima de tan cerca (impensable en Roma, por ejemplo, eso de pasear por la calzada de la ciudad y mucho menos de meterse por entre las casas y los templos como si nada). Fue genial, íbamos todos como extasiados, sin podérnoslo creer. Es que estos romanos eran la leche vaya. Ya en aquella época con sus tuberías, sus balnearios, sus casas hechas y derechas, sus calzadas, sus foros, sus teatros y anfiteatros… Y todo se ve allí, en Dougga, que en un principio, desde lejos, parece que solo son un montón de rocas, pero que cuando te acercas te quedas ¡a cuadros! Nada que ver con Cartago, una decepción que no hay por donde cogerla. Normal claro, lo mejor está enterrado, pero a ver quién es el guapo que quita las mansiones de los ricos para excavar…


Otro de los sitios interesantes que visitamos, aunque en cinco minutillos, fue el pueblo de Testour, destino principal de los andaluces musulmanes expulsados de España. La curiosidad del municipio (además de un episodio auténtico de caos urbano en medio del mercado local) es el reloj de la mezquita, que funciona hacia atrás representando las horas que restan para regresar, precisamente, a Andalucía. Testour también era uno de los sitios que a mí me quedaban por ver. El resto del viaje fueron sitios repetidos, pero no importó porque fue incluso más bonito que la primera vez. Estuvimos en Douz (nuevamente paseo con el camello, aunque esta vez yo ya iba con el punto pillado desde el principio), en el Djem (me cagüen el Aïd, si no llega a ser por el viejete de turno habríamos podido entrar…), en los oasis,… En fin, un viaje muy completo que mereció mucho la pena. La próxima entrega os hablaré del sureste del país, otro viaje también muy especial …

1 comentario:

chus dijo...

increibles los romanos. !verdad¡ a nosotros cuando fuimos a Pompeya tambien nos sorprendieron, una ciudad muy parecida a las actuales incluso habia heladeria,prostibulo
y publicidad en la calzada habia flechas indicativas con nombres y todo fue fantastico y sorprendente.¿Y que despues de tanto progreso llegara la edad media? besitos