Pues sí, ya estoy en Túnez capital y, aunque solo llevo aquí una miserable semana (de las más de treinta que me quedan por delante), ya me ha dado tiempo de ver/vivir un poco. Empezando por la anécdota divertida (para aquellos que todavía sonríen al recordar la historia del masaje pekinés), os diré que el otro día me enteré por casualidad que andaba diciendo a los taxistas y a algún que otro tunecino “borracho” en vez de “gracias”, y es que la diferencia entre estas dos palabras es una sola –h- (de sucram a shucram). Vaya, haciendo amigos… Ah, y el misterio de la semana fue descubrir para qué sirve una especie de manguerita que hay en todos los servicios y que ahora ya sé que es ¡el equivalente de la escobilla!
Ah, antes de que se me olvide, un aspecto muy importante de Túnez es la integración de la mujer. Aquí son todos musulmanes pero son un país tremendamente abierto y avanzado en comparación con otros estados musulmanes. Aquí la mujer trabaja, conduce coches, lleva faldas (hasta la rodilla, eso sí) y pantalones pitillo, no se tapan la cara (de hecho la mayoría de las tunecinas no llevan pañuelo ni nada de nada) y tienen derecho al divorcio. El artífice de todas estas medidas reformistas fue el presidente Bourguiba, que cuenta con una calle en, yo creo, todas las ciudades de Túnez. No obstante, cuando uno observa que apenas hay mujeres en los bares y que a partir de cierta hora de la tarde no hay NI UNA en la calle, no puede sino preguntarse hasta qué punto es real esa libertad…
Este finde le haré fotos al zoco y la medina, ¡a ver si os gusta!
Pd: Las fotos de las excursiones de este finde por Cap Bon están colgadas en mi espacio.
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