¡Hola!
Bueno, ya se acerca el final (otra vez) y con esa excusa me he marchado hoy de excursión a Heidelberg, una ciudad al norte de Baden-Württemberg (el estado donde se encuentra Friburgo) conocida en toda Alemania por su universidad (la más antigua del país).
Igual que Friburgo o Salamanca, la ciudad vive de y volcada en los estudiantes. Además cuenta con un castillo tremendo y está rodeada de montañas (literalmente al lado de la ciudad), así que en general la ciudad está bastante bien. Lamentablemente con el día gris que hemos tenido hoy no lucen las fotos todo lo que deberían pero bueno, yo creo que aún así está bonito.
Aparte de esta excursión quería contaros pequeños detalles sobre Alemania que he sabido a través de mi profesor. Por ejemplo, aquí no existe el salario mínimo. De hecho se trata de un debate de plena actualidad ya que los trabajadores de correos lo están reclamando y, si se instaura, deberá también pensarse en el resto de profesiones. Con respecto al trabajo cabe destacar también que los políticos conservadores alemanes están promoviendo medidas para que las mujeres se queden en casa cuidando a los chiquillos y no trabajen, propuestas que en general provienen de Baviera. Ah por cierto, las autopistas alemanas son completamente gratuitas (en los años 60 se extendió la frase Freie Fahrt für freie Bürger, o lo que es lo mismo “viajes gratuitos para ciudadanos libres”) y carecen de límite de velocidad. Aún así su tasa de accidentes es bajísima. Igualito que en España. Otra cosa que quería comentar tiene que ver con la política social alemana, tremendamente arraigada en el denominado “estado del bienestar” y extendida por los países nórdicos europeos. Se trata del Kindergeld (“dinero de los niños”) y que, como su propio nombre indica, es el dinero que el Estado paga a todos los menores de 18 años (hasta los 25 si estudian) mensualmente. En la actualidad son 150 €. ¡Eso sí que motiva la natalidad! Por último algo relativo a los impuestos. Los alemanes pagan un 19% de IVA por cualquier actividad realizada pero consideran los libros como un producto básico por lo que a este sector comercial se aplica únicamente un 7% de impuestos.
Todas estas medidas tienen mucho que ver con la forma de entender la vida de los alemanes. El problema es que en la actualidad, por un motivo u otro, casi todas estas prácticas están siendo objeto de debate y los alemanes no saben todavía cómo reaccionar porque, por ejemplo, cambiar su sistema universitario (no solo para adaptarse al europeo sino también por conveniencia económico-laboral [los alemanes empiezan la universidad como mínimo un año más tarde que los españoles y se prolonga una media de 6 años por carrera]) supone cambiar todo su sistema de creencias. No sé, me parece un fenómeno bastante interesante, sobre todo porque está ocurriendo ahora mismo y está por verse en qué queda el tema.
En fin, ¡no os aburro más! ¡Besos!
Bueno, ya se acerca el final (otra vez) y con esa excusa me he marchado hoy de excursión a Heidelberg, una ciudad al norte de Baden-Württemberg (el estado donde se encuentra Friburgo) conocida en toda Alemania por su universidad (la más antigua del país).
Igual que Friburgo o Salamanca, la ciudad vive de y volcada en los estudiantes. Además cuenta con un castillo tremendo y está rodeada de montañas (literalmente al lado de la ciudad), así que en general la ciudad está bastante bien. Lamentablemente con el día gris que hemos tenido hoy no lucen las fotos todo lo que deberían pero bueno, yo creo que aún así está bonito.
Aparte de esta excursión quería contaros pequeños detalles sobre Alemania que he sabido a través de mi profesor. Por ejemplo, aquí no existe el salario mínimo. De hecho se trata de un debate de plena actualidad ya que los trabajadores de correos lo están reclamando y, si se instaura, deberá también pensarse en el resto de profesiones. Con respecto al trabajo cabe destacar también que los políticos conservadores alemanes están promoviendo medidas para que las mujeres se queden en casa cuidando a los chiquillos y no trabajen, propuestas que en general provienen de Baviera. Ah por cierto, las autopistas alemanas son completamente gratuitas (en los años 60 se extendió la frase Freie Fahrt für freie Bürger, o lo que es lo mismo “viajes gratuitos para ciudadanos libres”) y carecen de límite de velocidad. Aún así su tasa de accidentes es bajísima. Igualito que en España. Otra cosa que quería comentar tiene que ver con la política social alemana, tremendamente arraigada en el denominado “estado del bienestar” y extendida por los países nórdicos europeos. Se trata del Kindergeld (“dinero de los niños”) y que, como su propio nombre indica, es el dinero que el Estado paga a todos los menores de 18 años (hasta los 25 si estudian) mensualmente. En la actualidad son 150 €. ¡Eso sí que motiva la natalidad! Por último algo relativo a los impuestos. Los alemanes pagan un 19% de IVA por cualquier actividad realizada pero consideran los libros como un producto básico por lo que a este sector comercial se aplica únicamente un 7% de impuestos.
Todas estas medidas tienen mucho que ver con la forma de entender la vida de los alemanes. El problema es que en la actualidad, por un motivo u otro, casi todas estas prácticas están siendo objeto de debate y los alemanes no saben todavía cómo reaccionar porque, por ejemplo, cambiar su sistema universitario (no solo para adaptarse al europeo sino también por conveniencia económico-laboral [los alemanes empiezan la universidad como mínimo un año más tarde que los españoles y se prolonga una media de 6 años por carrera]) supone cambiar todo su sistema de creencias. No sé, me parece un fenómeno bastante interesante, sobre todo porque está ocurriendo ahora mismo y está por verse en qué queda el tema.
En fin, ¡no os aburro más! ¡Besos!